Las pantallas se han convertido en un componente más de los hogares españoles. Forman parte del día a día, de las relaciones entre padres e hijos, nos ayudan en las actividades cotidianas…, pero también tienen aspectos negativos que hacen que su presencia no siempre sea pacífica y positiva en nuestros hogares. La consultora GAD-3 ha publicado la segunda edición de su estudio sobre el Impacto de las Pantallas en la Vida Familiar.
Las pantallas, ¿útiles o fuente de conflicto familiar?
La integración de las pantallas en la vida doméstica es una de las cuestiones centrales en muchos hogares. Saber cómo convivir con esos nuevos “seres digitales”, extraer lo positivo que tienen los móviles, tabletas, ordenadores o videoconsolas, y dejar de lado lo negativo suele convertirse en algo primordial en el día a día.
Según los datos que aporta este estudio, el rey de las pantallas sigue siendo el móvil. De media, en cada hogar hay 2,8 teléfonos móviles. Le sigue en importancia la televisión, el ordenador (fijo o portátil), la videoconsola, la tableta y los libros electrónicos. Con la pandemia es seguro que el uso de este tipo de instrumentos ha aumentado.
Más del 80% de los padres considera que las pantallas ayudan a organizar las actividades familiares. Desde hacer la compra hasta consultar determinadas dudas o favorecer la comunicación entre los diferentes miembros del hogar, parece unánime que tener cerca pantallas conlleva beneficios inmediatos para la mayoría de la población. Con respecto a la anterior oleada de este estudio, ha aumentado el porcentaje de personas que ve positivo el uso de las pantallas en el día a día.
Para más de la mitad de los consultados, el uso de la pantalla ha supuesto facilitar la comunicación durante el día con su pareja, algo que también ha aumentado con respecto a la anterior edición de este mismo estudio que data de 2018.
Aspectos negativos
Pero el uso de las pantallas también trae aparejadas algunas cuestiones negativas y que afectan al bienestar en el hogar. El estudio hace especial hincapié en los casos en los que los hogares tienen niños y adolescentes y, por tanto, que hay que compartir las pantallas entre sus miembros.
Así, para casi el 45 % de los padres encuestados, las pantallas son una fuente habitual de conflictos con los hijos, algo que se mantiene invariable con el paso de los años. Para el 55 %, las pantallas no suponen ningún problema con sus hijos. Más bien al contrario, el 61 por ciento indica que gracias a las pantallas se ha “unido más a sus hijos”.
En líneas generales, los padres perciben que las pantallas pueden perjudicar al tiempo en familia. Consideran que hacen menos actividades juntos, tienen menos ocio en común, y a veces son fuente de discusiones a la hora de compartir los dispositivos o por el tiempo de uso.
General Inmobiliaria, otra forma de ver las c@sas