En el último año el número de personas que está sin trabajo se ha reducido tanto entre hombres como entre las mujeres. A nivel global esta tasa de paro ha quedado situada en el 15,2 por ciento de la población activa. En el caso de las mujeres es más alta (17.02), como ha sido tradicionalmente. Lo que no ha cambiado es la diferencia entre ambas tasas que se sigue situando por encima de los tres puntos. En los años de bonanza económica esa brecha laboral apenas existía, si bien siempre fue favorable al varón.
Mujeres y el empleo, menos, peor y sueldos más bajos
Los datos del Instituto Nacional de Estadística evidencian que hay menos trabajo para las mujeres. Pero es que los datos que aporta el Ministerio de Empleo también indica que el trabajo de las mujeres de menor calidad. Del total de contratos indefinidos y a tiempo completo, solo el 35 por ciento fueron firmados por mujeres. El colectivo de las mujeres lidera la contratación cuando se trata de jornadas parciales en las que se incluyen la reducción de jornada, ahí siempre está en mejores tasas que el hombre.
Con menos empleo y peores empleo, es lógico pensar que el salario que cobran las mujeres sea más bajo. En la estadística de la Agencia Tributaria se recogen los salarios que han sido declarados por IRPF y por edades. En el gráfico se puede apreciar que a medida que se avanza en el tramo de edad, las diferencias salariales son mayores entre hombres y mujeres. Resulta significativo observar cómo entre los 46 y 65 años el salario de las mujeres se estanca mientras que el de los hombres sigue subiendo.
Por Comunidades Autónomas, Madrid es la que presenta una mayor diferencia entre los salarios de hombres y mujeres, siempre tomando como referencia los datos que ofrece la Agencia Tributaria. La Comunidad donde los salarios son más altos (no hay datos de Euskadi y Navarra) tiene las mayores diferencias entre hombres y mujeres.
En términos generales se puede concluir que la igualdad entre hombres y mujeres está más próxima cuando más bajamos en la escalad laboral. Es decir, que cuando los trabajos son peores y los sueldos más bajos, hay mayor igualdad que cuando los salarios son altos y los puestos de trabajo más estables, con jornadas completas y un tiempo de contratación indefinida.